29 de septiembre de 2005

nacimiento

Fallecer en el espacio
y, quizá,
perdurar en el tiempo.

Revivir melancolías olvidadas de los quince por siempre;
tristísima alegoría de un destino no tan escrito.

Acontecer en un plano
tardío.

Utilizar la memoria como salvoconducto.

Imaginar un tiempo
donde ya no queden espacios para sangrar,
y sangrar,
y sangrar.

Al final, el mundo no fue tan distinto
del que soñamos,
en nuestras peores pesadillas;
esta vez, nos aplastó más sórdido
con la peor de las emboscadas.
cortinas

A tientas, en la oscuridad
anaranjada de una habitación.
La ondulación de las cortinas
forma unas crestas apáticas,
redondeadas, sin gracia.
Los valles, en cambio,
mugen un sutil declinar
hasta depresiones no tan
descaradamente pronunciadas
y logran un encanto hipnótico,
como de sombras deseables
en un eterno suspender
el acto continuo
de aparecer.

Los rascacielos puede
que ahora se estén agitando
con un extravagante sueño
recurrente en el que mueren.

25 de septiembre de 2005


haze surfing Posted by Picasa
Un cronómetro forjado en el abismo. Porque bajo la superficie es helado, es hiel y es puñal. Es uno partido en dos, escindido, despojado de sí. Sólo el sol de costado sirve para volver el alma al cuerpo. Dualidad del no-ruido: el sujeto es método para el silencio; y después, cuando la montaña, el silencio es en sí sobre el sujeto. En el descenso hasta el valle alguno tiene que fallecer. Transhumancia del espíritu.
El Mahorí enumeró los pasos: Asujetar el cuerpo que se sale de la sustancia; filtrarse por la alcantarilla de desagote del lavarropas automático de mil funciones; hacerse el distraído; escabullirse por la puerta de atrás en la chapoteada ilegal de las siete menos cuarto; entrar en su sistema y devenir como patología; ser vomitado por sus defensas.
Tres navajas. La herida mortal de un número casi lugar común. Una maniobra para ese crimen del que sólo somos absueltos si reincidimos. Fibra de vidrio y un plástico berreta y chino fueron las evidencias que encontró el detective. La prisión no va a ser en el tiempo. Es escueta y casi inverosímil; apenas un cuartucho de dos por tres al fondo del patio.

24 de septiembre de 2005


atardecer en marte (ese planeta no es rojo) Posted by Picasa
Arena

Fue espantoso.
Ellos se habían
empezado a mirar
en los espejos.

Deformados por la arena primaria
que forma los ojos siempre ajenos
se intuian distintos.
Venía la desmembración.
Ya nada los salvaría.

Un tejido en el ventarrón
es solo números sueltos.

Siluetas no tan disímiles
(gato por liebre)
y la sospecha
(gato encerrado)
de que hay demasiado
énfasis en este asunto
de ser diferente.

En este desierto
el avestruz de madera
no quiere arder.
Y no es que sobre el fuego.
Y no es que no falte la leña.

Se las habían ingeniado
para que ellos se sintieran
dentro del avestruz.

Ellos fueron más lejos.
Se mimetizaron
con el pajarraco.
Todos enterraban
sus cabecitas.