25 de marzo de 2013

Una delicada capa de mugre cubre las cosas ancladas desde siempre y frente a los ojos se construye el paisaje de todo lo que está ahí, sin motivo. La pava agujereada y sin mango, un cenicero de madera excesivamente grande, el sapito de plástico amarillo, una caña de pescar rota, un tablero de ajedrez sin caballos. Mientras tanto, la siesta y el vino juegan a bailar sin música esperando a que el mundo se desintegre allá a lo lejos.