25 de septiembre de 2005

Un cronómetro forjado en el abismo. Porque bajo la superficie es helado, es hiel y es puñal. Es uno partido en dos, escindido, despojado de sí. Sólo el sol de costado sirve para volver el alma al cuerpo. Dualidad del no-ruido: el sujeto es método para el silencio; y después, cuando la montaña, el silencio es en sí sobre el sujeto. En el descenso hasta el valle alguno tiene que fallecer. Transhumancia del espíritu.
El Mahorí enumeró los pasos: Asujetar el cuerpo que se sale de la sustancia; filtrarse por la alcantarilla de desagote del lavarropas automático de mil funciones; hacerse el distraído; escabullirse por la puerta de atrás en la chapoteada ilegal de las siete menos cuarto; entrar en su sistema y devenir como patología; ser vomitado por sus defensas.
Tres navajas. La herida mortal de un número casi lugar común. Una maniobra para ese crimen del que sólo somos absueltos si reincidimos. Fibra de vidrio y un plástico berreta y chino fueron las evidencias que encontró el detective. La prisión no va a ser en el tiempo. Es escueta y casi inverosímil; apenas un cuartucho de dos por tres al fondo del patio.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal