cortinas
A tientas, en la oscuridad
anaranjada de una habitación.
La ondulación de las cortinas
forma unas crestas apáticas,
redondeadas, sin gracia.
Los valles, en cambio,
mugen un sutil declinar
hasta depresiones no tan
descaradamente pronunciadas
y logran un encanto hipnótico,
como de sombras deseables
en un eterno suspender
el acto continuo
de aparecer.
Los rascacielos puede
que ahora se estén agitando
con un extravagante sueño
recurrente en el que mueren.
A tientas, en la oscuridad
anaranjada de una habitación.
La ondulación de las cortinas
forma unas crestas apáticas,
redondeadas, sin gracia.
Los valles, en cambio,
mugen un sutil declinar
hasta depresiones no tan
descaradamente pronunciadas
y logran un encanto hipnótico,
como de sombras deseables
en un eterno suspender
el acto continuo
de aparecer.
Los rascacielos puede
que ahora se estén agitando
con un extravagante sueño
recurrente en el que mueren.
1 Comentarios:
Muy lindo Nahuel, me hace acordar a esa sensación de desidia que sólo un ciudad te puede dar...
Un abrazo grande...
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