22 de mayo de 2006

El cauce seco
donde estaba
la cuenca de un arroyo
enseña los infinitos
granitos de sal
en que se ha cristalizado la muerte
de un arroyo.

El lecho desnudo
encierra y no encierra
todas las posibilidades
de lo que fue ese arroyo.

Encierra,
porque todo lo que no era
agua
no puede estar en otra parte
que sobre esas piedras blancas.

No encierra,
porque el cauce
sin agua
no es más cauce,
sino otra cosa;
puras piedras
blancas desparramadas.

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