6 de septiembre de 2006

¿Habría algún sentido en la noche si no existieran los ojos de un jaguar agazapado (en contra del viento para que no lo olfateen) siempre esperando el momento de la explosión del trueno en el vacío del horizonte azuloscurísimo sólo recortado por montes más bien petisones para emprender su viaje hacia el instante en el que comienza el ataque?. Si ahí se suspende el tiempo, ¿hay ojos que vean o corazones que no sientan?. Su condición de existencia es representar el ciclo hasta el infinito. Uno de los dos se detiene. El otro agoniza. Los dos mueren; uno se desangra, si el otro no es devorado.

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