30 de abril de 2006

La radiográfica
luz blanca
llama a algunas polillas
que defecan sobre
la chapa galvanizada
ondulada
que reviste la casilla
del campamento
de vialidad provincial
instalado
al costado
al medio
del camino.

No hay nadie para mirarlas
y ceden a la flojera:
trazan círculos torpes,
vuelan deslucido,
cagan la chapa,
se chocan.

Un plano inclinado,
en negro sobre
amarillo incandescente,
obliga a un autito
a subir eternamente
una cuesta larga y a 30 grados.

Después, lo esperan:
curvas pronunciadas,
cruce de animales,
camino sinuoso,
desprendimiento de cornisas,
hielo en la calzada,
vista panorámica.

23 de abril de 2006

Caen
al mismo instante
y a igual velocidad
la hoja amarilla
y el cacho de lluvia
que la derrumba.

La gota de agua
destruyó el proyecto
de la ex-pieza del árbol.

Juntos, los vestigios
se apropian de Galileo:
en el vacío
da lo mismo
pluma o plomo;
todo se desploma monocorde
amontonado, profuso y mustio.

9 de abril de 2006

El viento sur
es el jolgorio
de las almas
en gris primario.

El aire
se viene
frotando
desde más allá
del puerto Quequén.

Las particulas,
apretadas,
se lanzan en picada
desde el edeficio vecino
a mi terraza.

Son las primeras
agujas del invierno kamikaze.

3 de abril de 2006

Larga cinta asfáltica
se extiende más allá
de sus posibilidades
acodada en algún cerro
o apuntando su mirada
al valle;
nunca va

nunca va a ser
lo suficientemente
larga como para
filmar la porción
visible del desierto
venido encima
de la ventanilla
del renó doce marrón.

Guardrail,
mal llamado
el piloto automático.

Entrada siempre
apenas poco más
que tangencial
en la vida de los pueblos.

Odia las vistas sin solución de continuidad.