27 de septiembre de 2012


Me dijo que me estaba escuchando mientras miraba el suelo. Alzó la vista por un segundo y con un gesto semi automático se manoseó los ojos. Siempre parecía estar atrapado en circunstancias que le eran ajenas, al menos en parte. Estiró la mano hasta el bolsillo y tanteó el teléfono. Dijo dos o tres cosas no del todo inconexas y perdió el interés en la charla; volvió a mirar el suelo.
Sentía que se derretía de a poco, como los postes de iluminación al costado de las vías. La situación era un tanto incómoda. Contaba durmientes en los días hábiles mientras notaba cómo iba perdiendo la paciencia, también de a poco