26 de septiembre de 2006
6 de septiembre de 2006
EL Y LOS OTROS
No fueron más.
Nuestros los aullidos,
corrió el viento transparente;
no volaron los pajarracos.
Kerosén para la sed.
Una alma agotada.
Son las seis.
Cristal y desierto.
Catarata y puro ruido.
Agua oxidada.
Vapor de zinc.
Destruir a este hijo de puta.
Siempre es nunca más.
A veces Grito;
negás dos veces.
Morís.
Dormir y nauseas.
Naipes y marcados.
Su jauría:
perros perversos.
Carne amarga.
Traga hiel.
La acequia es amarilla.
Barquitos de papel.
Timon de ellos.
Extorsión y fachada.
Explosión y farsa.
Cama adentro.
Arena infértil.
Angustia.
Rayas y no mantas.
Nieve y no crestas.
Truncas cordilleras.
Mirada en criogenia.
Deshielo.
malones
La tierra húmeda
sólo es fértil para los coirones
que silvan el viento
como únicos tristes
acompañantes,
navegantes inmóviles,
de ese aire que flota
con un destino borroso
y un pasado casi sin importancia.
luego del estrépito.
El malón viene viniendo;
las nubes lo saludan
densas de tan grises,
grises de tan densas.
La primera gota se reventó contra el suelo.
El suelo se resquebrajó
bajo el cadáver.
Nunca más se detuvo la tormenta.
Revelación
infame,
el muerto
cuerpo
de un asesino
pretérito
pace
su desolada
rebelada
plenitud
de autoajusticiamiento
en un suicidio
lleno de resignación.
¿Habría algún sentido en la noche si no existieran los ojos de un jaguar agazapado (en contra del viento para que no lo olfateen) siempre esperando el momento de la explosión del trueno en el vacío del horizonte azuloscurísimo sólo recortado por montes más bien petisones para emprender su viaje hacia el instante en el que comienza el ataque?. Si ahí se suspende el tiempo, ¿hay ojos que vean o corazones que no sientan?. Su condición de existencia es representar el ciclo hasta el infinito. Uno de los dos se detiene. El otro agoniza. Los dos mueren; uno se desangra, si el otro no es devorado.